10 Errores nutricionales a tener en cuenta
10 Errores nutricionales a tener en cuenta
El huevo sube el colesterol, el pan engorda, el cerdo es malo…
En ocasiones, vivimos fieles a principios nutricionales que no tienen ninguna base solida y que lo único que hacen es evitar que comamos correctamente. Aquí te descubrimos algunas de estas falsas ideas y te explicamos porque lo son.
Las prisas de cada día o la desbordante información que nos llega sobre la nutrición nos pueden hacer caer en errores respecto a las propiedades de los alimentos y su aporte calórico. Te explicamos por qué no son ciertos y no olvides, que “una dieta equilibrada debe proporcionar el 55-60 por ciento de la energía a partir de los carbohidratos, el 30-35 por ciento a partir de la grasa y el 10-15 por ciento a partir de las proteínas”.
1. ¿Colesterol? No puedes consumir huevos
Aunque el huevo tenga cantidades importantes de colesterol (1500 mg por 100g de yema), no es el único responsable de su aumento. Son mucho más perjudiciales las grasas saturadas (nata, embutidos, queso, bollos). El organismo posee unos mecanismos internos de absorción de colesterol (hasta 400mg diarios), y por eso un consumo moderado de huevos (3-4 a la semana) no produce efectos negativos.
Estos mecanismos varían: existen personas que con una dieta baja en grasas tienen el colesterol muy alto por que su capacidad de absorción es menor que la normal, y viceversa.
2. ¡Olvida la carne de cerdo!
Se cree que es carne muy grasa por que se asocia al consumo de embutidos, tocino, salchichas… Sin embargo, la realidad es que la carne contiene una cantidad de grasa similar a la del pollo y más baja, incluso, que la carne de vacuno. Piezas del cerdo como el lomo, el solomillo, las paletillas o el jamón sólo tienen entre un dos y un cuatro por ciento de grasa; la única precaución que debes tener es retirar la grasa visible de estos cortes de carne de cerdo.
3. El agua engorda si se bebe comiendo
El agua no puede engordar porque no tiene calorías. Sin embargo, es un elemento vital para el buen funcionamiento del organismo, sin el cual aparecen alteraciones patológicas significativas, como ocurre con las pérdidas de aguas por un abuso de laxantes y diuréticos en tratamientos para la obesidad. Solamente en ocasiones puntuales y por una acusada retención de líquidos hay que recurrir a medicamentos diuréticos que ayuden a eliminar líquido. Pero incluso en estos casos, el peso que se pierde es agua, no se consigue eliminar ni un gramo de grasa.
4. La fruta, fuera de las comidas…
Los que mantienen esta creencia sugieren que la fruta, rica en azúcares de rápida absorción, produce un metabolismo más acelerado, aumentando las reservas de energía. Por ello, la fruta en las comidas contribuiría a “acumular” más grasa que consumida de manera aislada. Pero este proceso no se produce así por una razón: la fruta que se toma dentro de una comida forma parte de un bolo alimenticio compartido con otros compuestos, como fibras y grasas, que ralentizan el vaciado gástrico y, en consecuencia, la absorción de azúcares.
5. …Y es más sana con piel
Es cierto que la piel de las frutas nos proporciona una buena cantidad de fibra insoluble, ideal para combatir el estreñimiento. Sin embargo, también están presentes en ella restos de metales pesados o de insecticidas, por lo que es mucho mejor lavar y pelar la fruta.
6. Pásate al pan tostado (y deja el blanco)
Comer 100g de pan blanco aporta unas 250 calorías. Existe la creencia de que al comer pan tostado vamos a engordar menos, en parte porque eliminamos la miga. Sin embargo, la miga está más hidratada y, a igual peso, contiene menos calorías que el pan tostado. Además, para mantener el pan tostado en buenas condiciones durante días, se le añade una pequeña proporción de grasa. Lo que sí es cierto es que el pan tostado produce antes sensación de saciedad. Y que sea más incómodo de mojar en salsas ayuda a reducir el aporte calórico.
7. La leche, recién ordeñada
Casi toda la leche que se vende se ha pausterizado para destruir las bacterias. Algunas personas compran leche fresca porque piensan que es mas sana, pero realmente es un caldo de cultivo para enfermedades como la tuberculosis o la brucelosis. Si prefieres comprarla fresca, hiérvela varios minutos, aunque se pierda la mitad de las vitaminas.
8. El mejor hierro, el de las legumbres
Las legumbres son ricas en minerales y en fibra. Pero la idea de que para consumir el hierro necesario hay que acudir siempre a ellas no es del todo cierta. En su composición, cuentan con unas sustancias, llamadas fitatos, que hacen que el calcio y el hierro sean mal absorbidos por el intestino. Además, el hierro no está presente en su forma ferrosa, sino férrica, por lo que el organismo lo aprovecha peor que el de las carnes.
9. La cebolla es buena para la circulación
Desde siempre se han alabado las propiedades de la cebolla para el torrente circulatorio. Sin embargo, aunque su alto contenido en azufre evita cierta medida la coagulación de la sangre (al igual que ocurre con el ajo), no dispone de nutrientes específicos que intervengan en la fluidez de la sangre y, por tanto, de la circulación.
10. Las patatas son muy calóricas
La patata suele tener mala fama por su alto contenido en carbohidratos. Sin embargo, posee mucho agua (75-80 por ciento) y sólo aporta 80 calorías por 100g. Por lo tanto, la cuestión está en cómo se consume: suele engordar más la grasa con la que acompaña (aceite, mantequilla, queso, mayonesa…), mientras que 100g de patata hervida aportan las mismas calorías que un yogur natural, una manzana o una merluza pequeña a la plancha. Además, ofrece mucha energía y vitamina C.
fuente: http://www.perderkilos.com/10-errores-nutricionales-a-tener-en-cuenta.html;id=17
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